Técnicas de asedio medievales
El asedio y la conquista de ciudades ha sido una práctica habitual en la mayoría de las guerras de la historia, aunque tuvo un papel clave durante la Edad Media.
En estos momentos existían dos métodos para tomar una plaza, hacer rendirse por hambre a los sitiados o asaltar la fortaleza. El primero fue el medio más empleado y, como se alargaba en el tiempo, los sitiadores montaban una grandes instalaciones con tiendas y almacenes, en una zona delimitada y en lugares dominantes. Si no funcionaba se ponía en marcha el asalto.
Las defensas de los castillos mejoraban constantemente y, por ello, fue clave desarrollar las técnicas de asedioconcebidas para abrir brechas en las murallas y así poder penetrar en las fortalezas. Entre las técnicas de asedio medievales más usuales tenemos lanzadores de proyectiles, las torres de asedio, el ariete, el pavise y el trabuco.
La técnica de asedio más básica era la escalera que se desplazaba hasta la muralla por medio de ruedas, aunque se empleaba más la torre de asedio. Éstas se acercaban a las murallas para después extender una plancha por la que los soldados pasaban y se internaban en la fortaleza enemiga. Su problema es que eran de madera por lo que ardían fácilmente y para solventarlo se las protegía con pieles húmedas.
Los lanzadores de proyectiles más conocidos como catapultas tenían diferentes formas aunque la más usual era la mangonel, con un brazo parecido a una cuchara donde se colocaba la piedra para se lanzada tras liberar las cuerdas de tensado. Con ella se lanzaban también proyectiles incendiarios que causaban grandes daños. Una de las más populares fue el trabuco o trebuquete que consistía en un largo brazo que se tensaba hacia atrás y al soltarse lanzaba un proyectil con gran violencia.
El ariete era un gran tronco que se balanceaba para golpear la puerta o la muralla. Presentaba dos grandes debilidades, ardía al ser de madera y los que los manejaban sufrían gran cantidad de bajas. Junto a ellos destacar los pavises que eran grandes escudos de madera que protegían a arqueros y ballesteros mientras se aproximaban al castillo. Una estrecha rendija para disparar, situada en la parte superior, permitía disparar a los defensores.
Por si todo esto fuera poco al final de la Edad Media llegarán los cañones de asalto que se convertirán en una de las armas más utilizadas a partir de la Edad Moderna.